Ser cruzada significa ser consagrada a Cristo en medio del mundo en el Instituto Secular Cruzada Evangélica, a través de los cuatro votos castidad perfecta, pobreza, obediencia y apostolado, viviendo según el carisma y espiritualidad propios del mismo.
La clave de la vida de cruzada es compaginar de forma equilibrada dos realidades de su vida: consagración y secularidad; es decir entrega a Dios en medio del mundo.
De hecho, la cruzada vive su consagración en las circunstancias de la vida diaria, intentando siempre aprovechar todas las ocasiones de hacer el bien con el fin de llevar a los hombres a Dios. Esta tarea la lleva a cabo de manera individual o asociada (en equipo).
La Cruzada tiene posibilidad según las necesidades apostólicas o las circunstancias personales, vivir de forma individual, en su propia familia o formando parte de un equipo de vida fraterna. En ambos casos la cruzada pertenece a la familia del ISCE este donde este.
El ideal de cada cruzada es llegar a ser santa, siendo consagrada totalmente a Cristo en medio del mundo y ayudar a los demás a conocer y amar a Dios.
Para llegar a este ideal, la cruzada cuenta con la gracia y ayuda de Dios, consciente de su debilidad y limitación, confía plenamente en Dios y en la protección de la Virgen María, su Madre.
A la hora de responder a la llamada a la plena consagración a Dios no se trata de conseguir algo, de hacer esto o aquello, sino de seguir a Alguien. Seguir a Cristo en nuestro Instituto se lleva a cabo en diferentes grados de pertenencia al ISCE, hasta llegar a la consagración perpetua.