“La mies es mucha”
“Por aquellos días estaba yo preocupado de si me debía ir o no... muy al principio de mi ministerio sacerdotal, cuando estaba todavía en Soria. Yo veía que no, que aquello no me satisfacía...
Yo hacía algo fuera de la Colegiata y asistía a mis niñas y jovencillas del Colegio del sagrado Corazón, pero ¡no!, ¡me sabía a poco! Un señor con todas las energías que yo podía tener a mis veintiséis años, reducirme a hablar a unas niñitas o a unas jovencillas una vez al mes, y confesar un poco... la verdad ¡que no! Que me resultaba poco. ¡Yo quería algo más! ¿Yo quería ser misionero!
Por entonces hice unos Ejercicios –en Burgo de Osma– a ver si Dios me daba luz... y al terminarlos, una de aquellas noches... siguiendo la costumbre vieja en mi, me había llevado, tenía a la cabecera de mi cama, la Biblia.
No sé por qué acerté a leer aquel pasaje de Jesús: “Mirad la mies que ya está apta para la siega, pero no hay quien siegue”. Total que dijo aquella frase: “La mies es mucha, los operarios pocos” Yo, antes y después lo he leído miles de veces, pero con la claridad con que vi aquella noche que “la mies es mucha y los operarios pocos”, nunca jamás.
Esto fue luz para mi vida. Aquello influyó en mí definitivamente. Dije: No puede ser, yo tengo que llevar otra vida, yo tengo que trabajar más. Yo no sé si seré párroco o yo no sé si seré misionero, lo que sé es que no puedo quedarme con la vida que llevo...” Influyó en mí, y además de una manera ¡no sé, no sé! No digo rara, pero si profunda, que me caló profundamente. Es la frase esa, “la mies es mucha, los operarios pocos”, que también está en la Base Segunda.
(Pequeñas historias)
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